El progresivo deterioro de las relaciones entre Brasil y la FIFA de cara al Mundial de fútbol de 2014 alcanzó hoy su punto más crítico con la disolución del diálogo entre el gobierno sudamericano y el secretario general de la entidad, Jerome Valcke, lo que pone en jaque la organización de la mayor cita del fútbol mundial.
La gota que desbordó el vaso fueron las duras críticas realizadas el viernes en Londres por el número dos de la FIFA, quien sostuvo que “las cosas no avanzan” en Brasil, y que los organizadores del evento “tal vez necesiten una patada en el culo (sic) para ponerse a trabajar”.
Como respuesta, el ministro brasileño de Deportes, Aldo Rebelo, anunció hoy que exigirá a la FIFA la sustitución de Valcke como interlocutor en las negociaciones de cara al Mundial y adelantó que no lo recibirá en marzo próximo, cuando visite nuevamente Brasil.
“A raíz de esas declaraciones inaceptables, que están dificultando el ambiente de cooperación entre Brasil y FIFA, el gobierno brasileño no va a aceptarlo más como interlocutor. Esa comunicación (entre Brasil y la FIFA) no puede ser hecha a través de quien emite declaraciones intempestivas”, afirmó Rebelo.
La reacción brasileña fue inmediata, pero el “divorcio” entre Valcke y el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff no sorprende. Por el contrario, es el punto final de una conturbada relación que viene en franco deterioro a raíz de profundas divergencias en torno a aspectos legales, logísticos y políticos entre FIFA y Brasil.
Si en algo tiene razón la FIFA, admiten hoy analistas deportivos, medios de prensa e incluso parlamentarios, es que el cronograma previsto para la realización de obras de infraestructura, como reformas o construcción de estadios, hoteles, aeropuertos y carreteras, está más que atrasado.
Asimismo, la aprobación de la Ley que regulará el Mundial, que se tramita desde noviembre en el Congreso, fue aplazada nuevamente la semana pasada en virtud de una serie de ítems “innegociables” que distancian a la FIFA y al gobierno.
La venta de cerveza en los estadios, exigida por FIFA pero prohibida por ley en Brasil, la concesión de ingresos más baratos para estudiantes, jubilados y ciudadanos pobres defendida por el gobierno, y la responsabilidad civil de éste ante incidentes que puedan perjudicar la exitosa realización del evento son aspectos que aún no han podido ser conciliados entre las partes.
También existen cuestiones de orden político que atentaron contra el vínculo entre el “gigante sudamericano” y la máxima autoridad del fútbol mundial.
Por un lado, el presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y del Comité Organizador del Mundial (COL), Ricardo Teixeira, se distanció del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, otrora su amigo, después de que éste prometiera divulgar documentos que relacionan al brasileño y a otros dirigentes con el escándalo de corrupción que sacudió a la FIFA en 2008.
Por otro, Rousseff no tiene vínculos amistosos ni con Teixeira, ni con Valcke, ni con Blatter, a quien días atrás se le comunicó que la mandataria no se reuniría con él cuando visite Brasil el próximo 12 de marzo -tal como Valcke había dado por hecho-, y que no participaría con él del acto simbólico en el que el Blatter pretende anunciar con bombos y platillos la aprobación de la Ley General del Mundial.
“No alcanza con que el presidente de la FIFA quiera que Dilma detenga todo lo que está haciendo para recibirlo”, dijo una fuente cercana a Rousseff.
En tanto, los dichos de Valcke, quien tildó de “pueril” la reacción brasileña, desataron la ira en Brasil. El líder del gobierno en la Cámara de Diputados, Cándido Vaccarezza, calificó a Valcke de “persona non grata”, mientras que el diputado federal y ex futbolista Romario lo llamó “maleducado”, aunque admitió la veracidad de las críticas. En medios de prensa, el comentarista deportivo Antero Greco también concordó con las críticas de Valcke, pero rebatió la “falta de respeto” con que fueron proferidas, mientras que el comentarista de Globo, Juca Kfouri, especuló con que FIFA puede estar intentando boicotear la realización del Mundial en Brasil.
“La FIFA adoraría poder llevar el Mundial 2014 a Inglaterra, para dejar de ser atacada por los ingleses”, afirmó, y no descartó que éste pueda ser “el comienzo del fin del Mundial en Brasil”.
Así las cosas, el fin de las relaciones entre Brasil y Valcke no parecen significar el fin de las turbulencias y polémicas que vienen pautando la realización del Mundial en el país sudamericano, elegido como sede para la mayor cita del fútbol mundial en 2007.
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