Los investigadores crearon varios modelos de este artefacto. Así, las primeras gafas aumentan visualmente el volumen de la comida en un 50%, sin aumentar el tamaño de las manos y del plato. De esta manera, a la persona que se alimenta con las gafas puestas le parece que ha comido más de lo que ha consumido en realidad. Las pruebas efectuadas revelaron que la gente que come con estas gafas puestas consume un 9,3% menos de alimentos que los que no llevan el dispositivo.
Otro aparato diseñado para ayudar a la gente a guardar la línea no solo engaña a la vista, sino también al olfato. También se trata de unas gafas que transmiten imágenes de diferentes platos. Al mismo tiempo el comensal percibe el olor del producto que ve en la pantalla instalada en las gafas. Este aparato suaviza los efectos de la rutina dietética, y los olores y las imágenes ayudan a disfrutar más incluso de los productos que no engordan.
La variante más sencilla técnicamente de las gafas que ayudan a comer menos es una con unas lentes azules. Se cree que este colordisminuye el apetito y hace la comida menos atractiva.
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