Der Spiegel: “WWF hace más por la industria que por el medioambiente”


El 14 de abril, España amaneció con una noticia que no hizo más que ahondar en la indignación generalizada de la población. El Rey se había sometido a una operación tras una caída en una cacería en África. Lo que siguió está más que documentado y analizado desde mil perspectivas y no lo vamos a volver a repetir aquí. Pocos dudan sobre el impacto negativo que tuvo sobre la credibilidad de la Casa Real. Pero la Monarquía no fue la única en sufrir un duro revés. WWF, quizá la ONG más influyente del mundo, tenía al Rey de España como presidente honorífico.
Al día siguiente de producirse el escándalo y tras recibir numerosas críticas, la ONG anunció que trasladaría su malestar a la Casa del Rey y el 18 de abril enviaron un comunicado diciendo que someterían su continuidad como presidente a una votación de los socios cuyo resultado se anunciará a principios de junio.
¿Qué había pasado?
Durante los días posteriores, la organización tuvo una reacción algo tibia para una población enfurecida y con ansias de buscar retribución por lo ocurrido. Por mucho que algunos intentaron argumentar que la caza está regulada en Botsuana y que los elefantes no están en peligro de extinción en esa zona, la presencia de un cazador como figura honorífica de una organización que se dedica a proteger al medio ambiente se había vuelto irreconciliable. Era como tener a un amante de los abrigos de visón como presidenta de PETA. O un cazador de ballenas en el consejo de Greenpeace. No había por donde cogerlo. Las críticas se han calmado por el momento pero el daño está hecho.
Por lo visto, España no es el único país donde WWF está sufriendo problemas de imagen. Un artículo de Der Spiegel publicado ayer es bastante contundente sobre la deriva que ha tomado la ONG, empezando por el títular “WWF ayuda a la industria más que el medioambiente“.
Tras analizar de forma exhaustiva las actuaciones de la ONG, el semanario alemán ha concluido que muchas de sus actividades acaban beneficiando a las compañías por encima del medioambiente que intentan proteger.
¿Es el artículo algo sensacionalista o realmente se sostiene con argumentos solidos?
Veamos algunas de las conclusiones:
- El primer pilar de la filosofía de WWF que el artículo pone en duda es la forma en que la ONG trabaja de cerca con las compañías. En muchos sentidos, esta política está llena de pragmatismo y sentido común. Las empresas mueven el mundo y se puede argumentar que es mucho mejor cambiar sus hábitos desde dentro que con la confrontación. Provocar cambios tan triviales como que una gran distribuidora o fabricante de productos busque unos proveedores más responsables puede tener un gran impacto sobre un territorio determinado.
El problema, según denuncia Der Spiegel, es que parece que la organización ha ido demasiado lejos con este acercamiento. “La organización es activa en más de 100 países donde goza de conexiones cercanas con los ricos y poderosos. Su conocido emblema aparece en los yogures de Danone y en la ropa de miembros de la jetset como la princesa Charlene de Mónaco. Las compañías pagan cifras que superan los 7 dígitos para tener el privilegio de usar el logo. La cuestión está en cómo de sostenible está siendo la inversión de este dinero”, explica el artículo.
- Tras sus viajes, algunos periodistas ponen en duda muchas de las actuaciones de la ONG. En Sumatra, tropas de la empresa Wilmar, hermanada con WWF, destruyeron las casas de algunos residentes de la zona que se oponían a plantaciones de aceite de palma.
- El artículo también siembra dudas sobre la procedencia del café de comercio justo que se introdujo bajo el sello de WWF en el puerto de Rotterdam el año pasado, ligado a un grupo industrial conocido por ser uno de los más destructivos del Amazonas.
- Grupos independientes de protección del medioambiente como Retet dan Regenwwald y Robin Wood también consideran que WWF se ha vuelto cómplice de las grandes corporaciones. “En su opinión, otorgan una licencia para destruir la naturaleza a cambio donaciones y pequeñas concesiones”.
Vale, quizá podemos rebatir estas acusaciones. ¿Puede ser que estas organizaciones simplemente le tienen manía a WWF? El artículo también valora la labor que han hecho para ayudar a Greenpeace en el pasado y su activismo contra las nucleares en Suiza. Pero los periodistas insinúan que los 500 millones de euros que recaudaron el año pasado son demasiados para no deber muchos favores por allí.
Más casos:
- Durante el programa de conservación de tigres que instauraron en India se desplazaron 300.000 familias para crear una zona de exclusión humana. El número de tigres ha bajado de 4.000 a 1.700 desde que empezó el programa pero la ONG defiende que sin estas medidas, la población de felinos estaría completamente extinta.
- El artículo dice que en Africa han desplazado a más de 14 millones de personas para crear refugios de conservación.
- En Indonesia se han creado espacios protegidos en Sumatra pero algunos activistas locales denuncian que lo único que han hecho es crear espacios restringidos donde los habitantes de la zona no pueden entrar mientras que los turistas sí. Se dice, además, que algunas compañías están explotando la madera.
- En Namibia, la organización permite la caza en 38 zonas de conservación. Un portavoz de WWF defendió estas prácticas porque están muy reguladas y las ganancias se reinvierten en la protección de la zona.
- La apertura con las compañías que tiene WWF llega hasta tal punto que aceptan donaciones de compañías como Monsanto. Compañías que, según el artículo, aprovechan los encuentros organizados por la ONG para hacer un lavado de imagen para sus actividades con semillas genéticamente modificadas. En este encuentro fueron invitados miembros de WWF Argentina que durante mucho tiempo estuvo en manos de una persona con fuertes vínculos con industriales de la agricultura.
El artículo habla poco de la labor positiva de WWF y quizá falten más puntos inequívocos que constaten estos hechos. Se echa en falta un poco más de rigor en algunos de los puntos. Pero da que pensar sobre los riesgos de acercarse demasiado a las grandes multinacionales. De poco sirve que una compañía lance una rama de comercio sostenible si el 99% de su labor restante no proviene de estas fuentes o trabaja en otra dirección.
Der Spiegel no tiene reparos en concluir que WWF es una organización que se mueve con soltura en las altas esferas del poder financiero e industrial. Un grupo que recibe dinero para perdonar las malas actuaciones de estas compañías y que está tan cerca de los intereses empresariales que es difícil saber de qué lado está.
Leed el artículo. ¿Qué opináis? ¿Tiene fundamento el artículo? ¿Son justas las críticas?
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