Se da a conocer que en la carne de pollo hay concentraciones de químicos como la cafeína, antibióticos prohibidos e incluso antidepresivos como el Prozac, coctel farmacológico totalmente lógico en el contexto de la producción intensiva de alimento.
La producción intensiva de alimentos, específicamente en el caso de los distintos ganados de consumo humano, ha degenerado en prácticas que con cierta frecuencia generan efectos adversos tanto a la salud humana como a la integridad y a dignidad de los animales criados para tal efecto.
Una investigación reciente del The New York Times pone al descubierto que en ciertas muestras de carne de pollo se acumulan los más sorprendentes y diversos químicos, entre ellos cafeína, antihistamínicos, antibióticos prohibidos para su uso humano (en particular acetaminofeno y fluroquinolones), arsénico e incluso un antidepresivo como el Prozca (en el caso del pollo criado en China).
Y por si este escenario no fuera lo suficientemente atroz, los encargados de estos lugares aseguran desconocer a detalle el alimento que recibe su ganado, pues simplemente emplean el que reciben de sus propios proveedores (grandes compañías del sector alimentario). STOP-NWO