Un movimiento telúrico de gran magnitud golpea la región noroccidental de Suiza y deja un saldo de 6.000 muertos, 60.000 heridos, y 30.000 desaparecidos. Un escenario de desastre para el cual los equipos de emergencia están preparados.
A mediados de mayo, la Oficina Federal de Protección Civil (OFPC) puso a prueba a cientos de expertos al realizar un ejercicio trinacional dedicado a atender los efectos de un hipotético desastre telúrico verificado cerca de Basilea.
Este ejercicio se presentó solo dos semanas antes de que un temblor real golpeara Italia, poniendo en relieve nuevamente la necesidad de que los servicios de emergencia no sean complacientes y dispongan siempre de los medios necesarios para enfrentar los estragos de un terremoto.
¿Por qué el ejercicio trinacional se realizó en Basilea? Porque el peor y más devastador seísmo vivido en Europa central, con una intensidad de entre 6,5 y 7 grados en la escala de Richter, tuvo lugar en esta ciudad en 1356. Y de acuerdo con los sismólogos, un temblor de estas características es previsible cada mil años.
El simulacro llevó por nombre SEISMO 12 y se basó íntegramente en el terremoto verificado en el siglo XIV. Su ejecución fue encomendada a funcionarios públicos y personal militar -más de 1.600 elementos de Suiza, Francia y Alemania-, que tuvieron que dar respuesta a uno de los peores desastres naturales que podría enfrentar la región.
“Los equipos de intervención inicial, como la policía o los bomberos, están perfectamente preparados para reaccionar ante situaciones de emergencia”, declaró a swissinfo.ch Hans Guggisberg, director de SEISMO 12. “Pero de cara a una crisis de gran escala es necesario el trabajo conjunto de diversas organizaciones que busquen simultáneamente el mismo objetivo”.
“Para que la organización A trabaje eficazmente con la organización B, cada equipo necesita confiar en el otro. Y la confianza no puede construirse durante una crisis real. Ésta debe ser probada, ejercida y mejorada previamente. El ejercicio interdisciplinario que hemos realizado facilita justamente que esto suceda”, agregó Guggisberg.
Muerte y destrucción
Dos horas antes de iniciar el ejercicio, todos los participantes de SEISMO 12 recibieron el mismo escenario - ficticio, pero terrorífico.
Un terremoto con una intensidad de entre 6,5 y 7 grados en la escala de Richter acababa de producirse cerca de Basilea afectando a 6,2 millones de personas. Las estimaciones disponibles consideraban 6.000 muertos, 60.000 heridos y 30.000 desaparecidos.
El temblor había dejado 1,6 millones de personas sin hogar y destruido centenares de construcciones. Sin embargo, ningún desastre nuclear se había verificado, porque todos los reactores de Suiza y la vecina Alsacia se habían desactivado de forma automática. Por lo tanto, ningún tipo de reactividad había sido reportado.
Con esta información, los equipos de los cantones de Argovia, Basilea-Ciudad, Basilea-Campo y Solothurn, así como de distritos alemanes como Brisgovia-Alta Selva Negra, Lörrach y Waldshut, debían responder a los estragos registrados en sus regiones.
“Comenzamos el ejercicio en el minuto 54 (tras el terremoto) porque es imposible entrenar para la fase de caos”, explicó a swissinfo.ch Robert Hilty, uno de los participantes de Argovia que tomó parte del simulacro.
Durante los tres días ininterrumpidos que duró el ejercicio, Hitly trabajó desde la Oficina de Protección Civil Militar y Administrativa de Liestal, capital de Basilea-Campo, que fue la sede del SEISMO 12.
Desde este lugar, los directores del operativo asignaron tareas y suministraron detalles a sus equipos, para que estos últimos pudieran trabajar en sus respectivos sitios locales. Las emergencias eran múltiples, desde la atención de supervivientes sepultados entre escombros o puentes caídos, hasta cortes eléctricos e incendios; los equipos debieron reaccionar a un flujo continuo de problemas y decidir rápidamente cómo actuar. ¿Qué emergencia debía atenderse primero? ¿Cuántos efectivos debían trasladarse a cada sitio? ¿Qué ruta debían elegir?
Región de riesgo
“El ejercicio se basó en la totalidad de la información que teníamos disponible sobre el terremoto del siglo XIV -la misma magnitud, tipo de ubicación, y áreas afectadas”, señaló a swissinfo.ch Stefan Wiemer, director del Servicio Sismológico de Suiza (SED), entidad que pertenece a la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ).
El SED es la agencia federal encargada de monitorear los movimientos telúricos y de medir los riesgos sísmicos de Suiza, por lo que fue también la institución encargada de desarrollar con detalle diversos escenarios de desastre para las regiones potencialmente afectadas.
Conformada por múltiples fisuras, el área sísmica de la región de Basilea es descrita como una ‘zona de falla’ que inicia en Mannheim, Alemania, descendiendo 200 kilómetros hasta Basilea, bordeando en su ruta el este del Alto Rin. Los seísmos que aquí se originan –y en otras pares de Europa- se deben a la colisión entre las placas tectónicas de África y Eurasia.
De acuerdo con los registros históricos existentes, entre 30 y 40 castillos resultaron dañados durante el terremoto del 18 de octubre de 1356. “Y tras el seísmo, sabemos que las campanas de las iglesias repicaron en París. Los reportes de este tipo que tenemos disponibles nos ayudan (a entender) el tipo de daño que un movimiento telúrico de esta magnitud podría causar en el presente”, explicó Wiemer.
Alerta nacional
Desde aquel gran terremoto de la Edad Media, la zona de falla de Basilea se ha mantenido en relativa calma. En los siglos posteriores al evento de 1356 se registraron algunos movimientos telúricos de intensidad moderada. Pero desde los 1700, solo se han registrado temblores de baja intensidad (o microseísmos).
Pero existe un amplio consenso entre los expertos en el sentido de que la falla de Basilea conforma una zona de alto riesgo. “En materia tectónica, la corteza terrestre de esta zona está bajo tensión permanente. Existe energía en la tierra de esta área y lo único que desconocemos es cuándo se liberará vía un nuevo seísmo”, explicó Wiemer.
Actualmente, el nivel de riesgo sísmico en Suiza está clasificado entre moderado y medio –con menos probabilidades de registrar un movimiento telúrico que en zonas de alto riesgo como Turquía. Pero debido a la densidad poblacional y de bienes materiales que existe en la zona de Basilea, un terremoto es considerado como el riesgo de desastre natural más destructivo que enfrenta el país.
De acuerdo con la Oficina Federal de Protección Civil, un temblor de entre 6,5 y 7,0 grados tendría un costo material de entre 50.000 y 100.000 millones de francos (entre 54.000 y 107.000 millones de dólares).
A partir del año 2000, las autoridades federales han instrumentado un programa de medidas para mitigar los daños potenciales que podría provocar un temblor “vía la prevención”. Y una de las medidas clave consiste en definir un programa de atención de desastres para casos de terremoto.
Antes de 2012, el ejercicio más reciente para atender el impacto de un terremoto llevó por nombre RHEINTAL 06 y fue celebrado hace seis años en la región oriental de Suiza. Su objetivo fue fomentar la colaboración entre los servicios internacionales de ayuda, y su informe final recomendó repetir un ejercicio de este tipo cada 5 a7 años. Un análisis detallado sobre el simulacro SEISMO 12 está previsto para octubre próximo. SWISS INFO
Rachel Marusak Hermann, Basilea, swissinfo.ch
(Traducción: Andrea Ornelas)