Tomado de Cuba Debate
La historia de la banca está llena de escándalos y por esta razón la reputación de los banqueros siempre ronda los niveles más bajos. El caso que por estos días sacude al sector financiero británico tiene escandalizado al planeta entero y sus consecuencias apenas comienzan a medirse.
La investigación por manipular la Libor, tasa de interés en el mercado (ver recuadro) que sirve de referencia para una multitud de operaciones financieras en el mundo, comenzó en Londres con el gigante británico Barclays, pero ya se extendió a una decena de bancos más. Firmas de América del Norte, Europa y Japón, entre ellas el Deutsche Bank, Royal Bank of Scotland, Credit Suisse, Citigroup, UBS y JPMorgan Chase, están bajo investigación de las autoridades.
Las consecuencias de este bochornoso episodio comenzaron con una multa al Barclays por 453 millones de dólares -la mayor impuesta a un banco británico- y la salida de los dos más altos ejecutivos de la institución: Marcus Agius, presidente, y Bob Diamond, consejero delegado de la entidad, quien renunció a primas y acciones valoradas en más de 30 millones de dólares por irse del banco.
Pero estas consecuencias parecen poca cosa frente a las demandas que se avecinan. La revista británica The Economist dice que grandes corporaciones y abogados están examinando si pueden demandar a Barclays u otros bancos. Según la publicación, estas demandas podrían costarle a la industria financiera decenas de millones de dólares y las compara con las que recayeron sobre las tabacaleras en Estados Unidos en 1998, que se acercaron a los 200.000 millones de dólares.
El portal CNNMoney.com afirmó que dos docenas de demandas han sido presentadas ya contra los bancos involucrados en el escándalo por demandantes que afirman que perdieron dinero como resultado de la manipulación de la tasa Libor. Y eso es solo en Estados Unidos, pues se estima que inversionistas de todo el mundo podrían, asimismo, acudir a los tribunales. Según este medio, las demandas presentadas en el tribunal federal de Manhattan provienen desde operadores individuales hasta la ciudad de Baltimore, pasando por la casa de corretaje Charles Schwab. Los afectados afirman que perdieron dinero cuando estas instituciones financieras mantuvieron la tasa baja de manera artificial.
El asunto es que esta tasa de interés del mercado interbancario de Londres, algo muy sofisticado para el común de la gente, es determinante para más de 10 billones de dólares de operaciones que tienen que ver con préstamos, incluidas tarjetas de crédito, compra de carro, vivienda o para financiar estudios en muchos mercados del mundo. A esta tasa están atados unos 400 billones de dólares de los llamados derivados o productos financieros.
No menos preocupante es el efecto que este escándalo está teniendo sobre la confianza pública en la banca, ya bien diezmada desde la crisis financiera que se desató en 2007 en Wall Street y que terminó con una gran recesión mundial.
También ha desatado una tormenta política en el Reino Unido, con intervención del Parlamento Británico, donde se han dado encendidas confrontaciones entre diputados laboristas y conservadores. El primer ministro, David Cameron, anunció investigación para examinar la conducta del sector bancario y lo propio está haciendo el regulador financiero del Reino Unido, la FSA (por sus siglas en ingles).
Las investigaciones llegaron al otro lado del Atlántico. El presidente de la Reserva Federal FED (banco central estadounidense), Ben Bernanke, y el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, fueron citados por el Senado norteamericano por este mismo caso.
Este escándalo vuelve a poner a los banqueros en la picota. Hace cinco años, cuando comenzó la crisis financiera en Wall Street, se les criticó por los excesos en los gastos, pagos y compensaciones que recibían; por los elevados riesgos que asumían para invertir el dinero de sus clientes y, a otros, por la falta de escrúpulos y la ambición a la hora de hacer ganancias. Este comportamiento de los banqueros del centro financiero del mundo dio pie para que movimientos como los indignados y Occupy protestaran en muchas ciudades de Estados Unidos y Europa.
Pero ahora, el turno es para la City de Londres, el otro distrito financiero más poderoso del mundo. El escándalo de Barclays, una entidad con 300 años de historia y el segundo más grande del Reino Unido, es un duro golpe para los británicos que heredaron una tradición bancaria basada en los principios de caballerosidad y confianza.
La portada del semanario The Economist, en su última edición británica dedicada al escándalo, recoge el sentimiento de los ingleses por el mal comportamiento del sector financiero. La publicación retrata a los banqueros de la City y los califica de ‘Banksters’ (vocablo compuesto por las palabras bank, banco, y gangsters, mafiosos). Los cuestiona porque se sienten intocables y afirma que la manipulación de la tasa revela una cultura de falta de honradez.
El escándalo Barclays en Reino Unido es uno más en la cadena de irregularidades que en los últimos años se han presentado en la banca y una muestra más de las agudas contradicciones del modelo económico y el colapso del capitalismo salvaje. Es un ejemplo también de las consecuencias de la desregulación financiera y de la laxitud en la supervisión y vigilancia por parte de las autoridades.
La verdad es que si los banqueros volvieron al banquillo de los acusados, es porque dieron papaya. Aunque no se debe generalizar, pues, como dice el refrán, son solo algunas manzanas las que están podridas, los hechos están mostrando que son muchas las frutas malas en el barril. Y a ambos lados del Océano Atlántico.
El viejo truco
Como suele suceder en los escándalos financieros, los implicados son algunos traders (operadores) que encuentran la manera de hacer dinero fácil. En esta oportunidad, se les ocurrió influir sobre la llamada tasa Libor (London Interbank Offered Rate) que refleja lo que se cobran unos bancos a otros por los préstamos de corto plazo. Para calcular esta tasa en Londres, un grupo de 16 bancos mundiales presentan todos los días a las 11 de la mañana sus estimativos en cuanto al interés que ellos creen que les cobrarían si tuvieran que ir por dinero ante sus competidores.
Las autoridades descubrieron que durante 2005 y 2009 esta tasa fue manipulada. Los traders pasaron información falsa en varias ocasiones, lo que les hizo ganar dinero con operaciones de derivados, que se basan en apuestas a futuro. Si alguien sabe cómo se va a comportar la tasa, tiene ventaja. “Ellos fijaban las tasas Libor al mismo tiempo que estaban en el mercado negociando instrumentos que estaban atados al Libor”, dijo Arun Subramanian, abogado que representa a la ciudad de Baltimore y citado por CNNMoney.com.
Dentro de las pruebas de los investigadores de la autoridad británica se ha descubierto una cadena de mensajes de correo electrónicos que muestran cómo actuaban los operadores.
“Si dices una palabra de esto a alguien, no te cuento nada más”, dijo uno a su amigo en otro banco rival.
Según la agencia Reuters, en los mensajes los banqueros que manipulaban las tasas de interés se felicitaban entre ellos con ofertas de champaña. Un diálogo detallado por la prensa señala que un trader le escribió a su amigo y colega de otro banco que sería “hombre muerto a menos que caiga la libor”. “Te debo la vida… pásate un día después del trabajo y abriré una botella de Bollinger”.
Se teme que, al manipular la tasa, Barclays intentó ocultar el nivel de estrés financiero en el que se encontraba la entidad cuando la crisis financiera. Los hechos ocurrieron durante lo peor de la crisis, en 2008, cuando la mayoría de los bancos estaban afrontando dificultades de liquidez.
El hecho es gravísimo, señala Ernesto Aguirre, exsuperintendente bancario de Colombia y actualmente miembro del grupo de expertos internacionales que asesora a la Unión Europea en normas financieras. La razón es que, al suministrar información falsa, intentaban hacer aparecer a Barclays mucho más fuerte de lo que era. Si el banco mostraba que podía conseguir fondos a tasas más bajas, en el mercado aparecería como una entidad más fuerte y sólida de lo que era en ese momento.