¡Ha sido una semana infernal! Empezó el mismo lunes después de las elecciones. Los clientes empezaron a llamar: 'Escucha, no te voy a poder pagar hasta dentro de cinco meses'. Muchos tienen miedo de lo que va a pasar, otros se aprovechan. Pero no está circulando dinero en el mercado", explica un empresario de la comunicación que no quiere dar su nombre.
La ansiedad ante el incierto futuro político, en un momento en que incluso la permanencia en el euro es dudosa, está golpeando la frágil economía griega. La tensión se respira en cada esquina. No sólo los empresarios tienen problemas para cobrar. Los comercios y locales de ocio han notado un descenso significativo. "Tenemos una media de 800 clientes al día. Desde las elecciones, no hemos superado los 650", asegura un camarero de la cafetería del centro comercial Public, en un quinto piso con vistas sobre la céntrica plaza Sintagma.
"La gente está muy nerviosa porque nadie sabe lo que ocurrirá después de las elecciones de junio", añade el camarero, mientras en la mesa de al lado dos parejas de unos cincuenta años conversan acaloradamente, a la griega. Una palabra se repite, la misma que acompasa los viajes en taxi por Atenas, con las tertulias políticas a todo volumen. "Evró, evró". El euro.
El joven camarero, sin embargo, se encoge de hombros: "¿Volver al dracma? ¿Por qué no? Quizás nos iría fatal durante uno o dos años, pero luego volveríamos a subir. Confío en mi país, no somos Bulgaria o Rumanía", dice el joven, que votará "por cualquier partido excepto los dos que defienden el FMI".
El sector empresarial, en cambio, no quiere ni imaginarse esta posibilidad. "No tengo un plan B, porque si volvemos al dracma simplemente será el fin de mi negocio -dice Alexandros Manos, dueño de una agencia de publicidad-. Se habla de volver al dracma con una ligereza impresionante. Están jugando a la carrera del gallina con Europa... como en las películas de James Dean: dos coches corren a toda velocidad el uno contra el otro y el primero que se desvía pierde porque es un gallina. Pero a veces mueren los dos conductores".
"En el fondo, los griegos están enfadados porque los políticos han dejado de darles bacon -afirma-. Durante años les dieron empleos y sueldos, pero ahora la relación clientelar se ha roto porque las cajas están vacías. Volver al dracma significa volver a la corrupción, al viejo sistema que se está muriendo porque ya no hay dinero para alimentarlo".
La danesa Sofie Tvarno, dueña de Pure Greek, que exporta productos alimentarios biológicos al norte de Europa, admite que se está planteando la posibilidad de abrir una cuenta en Chipre o Reino Unido de cara a una posible salida del euro. "Mis asesores llevan tiempo aconsejándomelo pero no creo que ocurra. Quizás soy una insensata".
La incertidumbre política está llevando a muchos griegos a retirar fondos de los bancos, tal como advirtió hace unos días al presidente del país el director del Banco Central. "Ya hace meses que he sacado mis ahorros del país -confía el empresario del principio de este artículo-. Tengo una familia que mantener, no me puedo arriesgar".
En las oficinas bancarias, sin embargo, reina una normalidad total, sin colas ni escenas de nerviosismo. "¿Mandar dinero al extranjero? ¡Pero si tengo la cuenta casi vacía!. Con euros o con dracmas, los pobres seguiremos siendo pobres y los ricos, ricos", contesta Vula Bakirtzoglou, de 66 años, que ha perdido una tercera parte de su pensión.
Yorgos, trabajador en una oficina, admite que sí ha observado que los clientes están sacando más dinero de lo habitual. "Es un tema muy delicado y nos han prohibido hablar con periodistas, así que no menciones el nombre del banco", dice mientras fuma un cigarrillo en la calle. "Están circulando muchos rumores y a la gente le entra el miedo. Ya ha pasado dos o tres veces en los últimos dos años. Hace unos meses fue por un e-mail que comenzó a circular, ¡supuestamente escrito por un director de banco! -dice entre risas-. Pero luego pasa un tiempo, la gente se calma y vuelve a traer el dinero al banco. Pasará lo mismo en cuanto se aclare el panorama político. El dinero de verdad ya hace meses que salió del país". LA VANGUARDIA