La ansiedad es una sensación de angustia difusa que a menudo puede provocar numerosos síntomas a nivel físico, como la taquicardia, la falta de aire o la sudoración excesiva. En muchas ocasiones las personas no son capaces de determinar con exactitud qué situaciones desatan la ansiedad pero otras veces sí pueden hacerlo, se dan cuenta de que estos síntomas aparecen exclusivamente cuando tienen que enfrentarse a situaciones sociales. Padecen lo que se conoce como ansiedad social.
El círculo vicioso de la ansiedad social
La ansiedad social a menudo viene precedida por una angustia mental, o sea, por una serie de pensamientos negativos que disparan una reacción en cadena. Estas personas anticipan la situación y comienzan a preguntarse si se ven bien, si están vestidos adecuadamente, si lograrán hablar sin tropiezos, si los demás pensarán que es demasiado aburrido o si luce nervioso… En fin, se genera una gran expectativa sobre la idea que los otros se formarán de ellos.
Estos pensamientos disparan una serie de reacciones a nivel fisiológico, como las dificultades para respirar, la sensación de dolor en el pecho, las palpitaciones, las náuseas, los mareos, la sudoración y el enrojecimiento. A estos síntomas le suele acompañar la aceleración del pensamiento o la sensación de que la mente se nubla.
Obviamente, estos síntomas no son agradables por lo que muchas personas optan por la salida más fácil: evitarlos. ¿Cómo lo hacen? Evitando en la medida de lo posible todas las situaciones sociales que provocan la ansiedad. Poco a poco, se recluyen cada vez más en su mundo y evitan un mayor número de situaciones. En los casos más extremos, se llega a un aislamiento casi total ya que la persona mantiene relación con unos pocos conocidos que normalmente le asisten en las tareas que demandan una relación interpersonal.
Vale aclarar que evitar las situaciones sociales es una respuesta perfectamente normal porque todos tendemos a evitar el sufrimiento pero eso no significa que sea la solución ideal, sino más bien lo contrario porque la calidad de vida se verá reducida drásticamente. Evitar las situaciones sociales es un arma de doble filo que no hace sino echarle leña al fuego de la ansiedad social. La buena noticia es que con las armas adecuadas, es posible vencer la ansiedad social.
La clave está en cambiar tus pensamientos anticipatorios
Como te habrás dado cuenta, la ansiedad social se dispara a partir de tus propios pensamientos, por tanto, no es algo que sucede al azar sino que eres tú quien la alimenta. Eso significa que también puedes controlarla.
Por supuesto, vencer la ansiedad social intentando controlar estos pensamientos es difícil, por eso el primer paso no es trabajar directamente sobre ellos sino en las creencias que tienes de base, en las ideas que sostienen esos pensamientos. Por ejemplo, aunque el mayor deseo de muchas de las personas que padecen de ansiedad social es pasar totalmente desapercibidos, lo cierto es que en el fondo son muy egocéntricos.
¿Cómo es posible? Muy sencillo: porque piensan que todos los ojos están puestos en ellos, que todo el mundo se vuelve a mirarlos pero en realidad no es así. Por eso la primera idea que debes olvidar es que todos te miran para evaluarte. En realidad las personas están demasiado ocupadas pensando en sus asuntos como para estar pendientes de todas tus palabras y movimientos. Darse cuenta de que no somos el centro del universo sino tan solo una minúscula partícula tiene un enorme poder liberador.
Otra creencia que debes cambiar es la idea de que todos dejarán de estimarte o se formarán una imagen negativa de ti si cometes un error. Lo que tú ves como algo negativo, para la mayoría de las personas es normal e incluso bromean al respecto. Equivocarse al hablar, ser un poco tímido o no estar perfectamente peinados o maquillados es algo normal, nadie se formará un juicio negativo de ti por esas nimiedades y, en el improbable caso de que lo haga, entonces significa que esa persona es tan superficial que su juicio no te debería siquiera importar.
Rincón Psicología