La hipersexualidad es un trastorno caracterizado por un deseo sexual desenfrenado que se estimula con mucha facilidad, generalmente a través de la vista. Es más común referirse a él como “adicción al sexo”, aunque esta terminología no es correcta, ya que la comunidad científica atribuye este mal a un comportamiento compulsivo y no a una dependencia física y psicológica. Un nuevo estudio viene a desechar del todo esta expresión popular. Investigadores de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA) han determinado que el cerebro de quienes padecen hipersexualidad no actúa de la misma manera que el de los adictos a las drogas.
Para obtener esta conclusión, los científicos mostraron imágenes estándar e imágenes de sexo explícito a una muestra de hombres y mujeres hipersexuales y analizaron sus respuestas cerebrales, en especial la respuesta P300. Ésta se desencadena 300 milisegundos después de ver una imagen y se incrementa cuando observamos algo que nos provoca un desmedido interés. Así, los drogodependientes experimentan una respuesta P300 más alta al ver una sustancia. Pero en el caso de la hipersexualidad, la respuesta cerebral no aumentó en general ante las imágenes sexuales sino que dependió exclusivamente del deseo sexual de cada participante.
La comunidad científica se inclina a pensar, por tanto, que una actividad sexual extrema está relacionada con un comportamiento compulsivo y que este responde más a la necesidad de liberar estrés que a la de experimentar placer.